viernes, 26 de agosto de 2016

¿A qué saben las lágrimas de Alberto López Simón?

A dolor, impotencia, injusticia, presión, agotamiento, miedo...Siempre se dice la frase "los toreros están hechos de otra pasta", pues no, esa frase no es real, los toreros no son más que seres humanos, seres humanos que llegan a pasar en dos horas más miedo que cualquier persona en veinte años.
En las últimas semanas, López Simón ha tenido una corrida prácticamente a diario, sin lugar a dudas es evidente el agotamiento físico de este muchacho, ¿y el psicológico? ¿alguien lo ha pensado? El exponer cada tarde su cuerpo, su vida y su alma...eso tiene un alto precio. Un torero no solo le tiene miedo al de las patas negras, el torero, que no es más que un hombre se expone ante un animal que puede acabar con su vida y ante la presión de cumplir las expectativas de los miles de aficionados que lo esperan en los tendidos. Los toreros no solo le tienen miedo a las cornadas, también a los fracasos. ¿Ha sido justa la presión mediática a la que se le ha sometido en 24 horas? ¿Es su responsabilidad la confección de los carteles?  Qué fácil es ver los toros desde la barrera...

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