
El fin de la carrera taurina de "Bombita" provocó un gran interés en los aficionados de todos los puntos de la geografía española, por lo que aquella tarde, en aquella bella plaza engalanada para la ocasión se llenaban al completo sus tendidos por la gran expectación que había levantado aquella deseada corrida. Tampoco faltaron a aquel evento la reina Victoria y las infantas que ocupaba ansiosas el palco real.
Ni el gran "Joselito", ni su hermano Rafael, ni "Regaterín" que hicieron faenas que rompieron esquemas aquella tarde, lograron hacerle sombra a Ricardo Torres, que se entregó como si del día de su alternativa se tratara. No cesó ni un solo momento en toda la tarde ovaciones y aplausos para éste gran diestro sevillano, el público no solo admiraban a "Bombita" en el ruedo, también a la persona de que había dentro del traje de luces, Ricardo, reconocido por su solidaridad y calidad humana, que había fundado y presidido durante mucho años un sanatorio, el cual había dirigido con la pasión y entrega que daba con los ruedos.
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