
Los veterinarios desecharon tres de las reses para el festejo, la empresa las sustituyó por tres reses del Duque de Veragua. Pero a los toreros no les pareció bien esta decisión, por lo que ambos exigieron que los toros que sustituyeran a los desechados fueran de la ganadería del marqués de Saltillo. La empresa no pudo cumplir las exigencias de los diestros, por lo que Belmonte ante tal negativa se negó rotundamente a torear aquella tarde, Vicente Pastor no tardó en unirse a la decisión tomada por su compañero.
La Unión de Criadores de Toros de Lidia, vetó a ambos espadas por esta actitud. Al día siguiente en el diario ABC aparecía un artículo donde el Duque de Veragua explicaba lo ocurrido y justificaba el veto, palabras de hace más de un siglo y guardan bastante similitud con las que hoy en día se escuchan en los tendidos:
"...Criarlos grandes y gordos, para tener el gusto de enseñárselos a los amigos antes de destinarlos al matadero, es capricho que no todos nos podemos permitir.
La lidia de toros sin respeto ( que nosotros, más que nadie, estimamos un mal, como todo lo que contribuya a la degeneración de la fiesta ), seguirá mientras el público tolere que se le imponga; si lo consiente, el toro grande, con arroba y pitones, desaparecerá como el artículo que en el mercado no tiene salida y los ganaderos que luchan contra la corriente se cansarán de dispendios, que tienen por compensación un perjuicio evidente de sus intereses. "
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