miércoles, 5 de octubre de 2016

"Murciélago", pilar de la genética de Miura.

Tal día como hoy, un 5 de octubre de 1879, se daba una corrida en el Coso de los Califas, donde toreaban Rafael Molina "Lagartijo" y su hermano Manuel, con hierros
del zaragozano don Joaquín de Val, comprada al tudelano Pérez de Laborda, de procedencia de casta navarra.
El tercer toro de la tarde era un cinqueño llamado "Murciélago", llegó a tomar hasta veinticuatro varas, demostrando una bravura sin igual. Ante tal gesta del animal, la mayor parte de los tendidos comenzaron a pedir el indulto de aquel bravo animal, un astado colorado, con ojo de perdiz y cornalón. Se formó en la plaza de Córdoba un gran enfrentamiento entre el público, unos pedían fervientemente el indulto, mientras que la otra parte no estaba a favor de salvar a la res.
El "Lagartijo", supo aprovechar bien aquella disputa entre los aficionados y la difícil decisión por tomar del presidente, ya que la espada nunca fue su fuerte, alargó todo lo que pudo el tercio de banderillas, por si sedaba el indulto, librarse de tener que entrar a matar. Y así fue, la presidencia otorgó el indulto a aquella res, sobre todo para calmar el revuelo que se estaba formando en la plaza, aunque no lo consiguió porque la discusión de si indulto sí o si indulto no, duró para largo.
Se encontraba entre el público aquella tarde el joven ganadero Antonio Miura, Antonio estaba al cargo  nueva ganadería Miura, contaba ya con unas setecientas cabezas, los machos que habían nacido ya en Zahariche eran hijos de sementales de Albareda (cabrereños) y sementales de Arias de Saavedra (vistahermoseños), dos castas de origen andaluz que comenzaban a dar muy buen fruto. Antonio Miura, el que influenció totalmente a su padre Juan  Miura para formar la ganadería, se quedó prendado de la bravura mostrada por la res en el tercio de varas. No queda claro en la historia, si Antonio Miura le compró el toro a don Joaquín Val o fue un regalo que le hizo el "Lagartijo" al que le obsequiaron el toro indultado, pues a Rafael y a Antonio los unía una buena amistad. Aunque conociendo la rectitud en los negocios de la familia Miura, lo más probable es la primera versión.
Pero lo que sí está claro, que esa capa colorada, esos ojos de perdiz, esa gran cornamenta... esos matices característicos a día de hoy, vienen de aquel toro de casta navarra, "Murciélago".

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