
El pueblo de Ceheguín estaba completamente engalanado aquella tarde de feria. Componían el cartel: el rejoneador Antonio Cañero, Rafael "El Gallo" y "Torquito", con seis toros toros de don Félix Gómez. La hora del comienzo del festejo eran a las cinco en punto de la tarde, pero a las seis menos cuarto aún no había comenzado porque "El Gallo" no había llegado a la plaza, ni siquiera había llegado a Ceheguín. La gente esperaba impaciente por los alrededores de la plaza, aumentando cada minuto el enfado de los espectadores. Las autoridades ordenaron a la Guardia Civil que fueran en búsqueda del sevillano y lo trajesen al coso lo antes posible para que cumpliese con su compromiso, pues comenzó a correr el rumor de que "El Gallo" había dado "la espantá" y andaba por una carretera de vuelta a Sevilla. Cuando el público comenzaba a desesperase por la espera y con la incertidumbre de que el rumor fuese cierto, apareció por la puerta principal de la plaza de toros el diestro sevillano acompañado de toda su cuadrilla y todos vestidos de paisano. Las autoridades exigieron que se realizase el paseíllo lo antes posible para que se calmasen los ánimos en los tendidos, por lo que el "Divino Calvo" y sus subalternos comenzaban el festejo todos de paisanos.
Pero si mal fue el comienzo peor el festejo, ninguna faena importante ante un publico tan enfadado, ni el rejoneador, ni "Torquito" hicieron emocionar a la gente. Mucho menos "El Gallo", que su lidia brilló menos que su traje de luces, que ni siquiera llevaba. La gente chilló y pitó al diestro sevillano lo más no poder. Acabado el espectáculo, completamente ya de noche, le preguntó el gobernador a "El Gallo" el porqué de su retraso y encima vestido de esa guisa, el torero con su inconfundible gracia comenzó la explicación diciendo: "Toa la curpa ha sío del frutero...."
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