lunes, 28 de noviembre de 2016

La primera mujer (novillera) que abrió la Puerta del Príncipe.

Tal día como hoy, un 28 de noviembre de 1980, toma la alternativa en México la novillera  española Maribel Atienza, ya que en España nunca pudo confirmar su doctorado por el veto de muchos empresarios y toreros.
A principios de los años ochenta, en plena transición surge una gran figura del toreo, pero mujer. Una mujer derrochando talento, arte e inspiración en los ruedos. Con solo 1´53 de altura y 43 kg de peso, logró meterse a muchos aficionados en el bolsillo.
Hoy en día hay ya un gran avance por la igualdad entre hombre y mujeres, pero en la década de los ochenta, Maribel no lo tuvo fácil. Duro es el mundo del toro, pero esta mujer no solo recorrió el difícil camino como cualquier aspirante que quiere llegar a ser matador de toros, Maribel era mujer, así que ese camino estaba repleto de obstáculos machistas y vetos que le perjudicaron en su carrera.
No obstante, tenaz y luchadora, llegó a debutar en las Ventas en el año 1977, los tendidos estaban encantados con ella y tras varias peticiones insistentes por el público para que le concediesen trofeos, el presidente le negó injustamente las orejas, pero el público la obligó a dar, nada más y nada menos, que  tres vueltas al ruedo.
Sería en la Real Maestranza de Sevilla, donde un justo presidente premió su valor y arte en el ruedo con tres trofeos, convirtiéndose así en la primera mujer novillera que abría la Puerta del Príncipe. Lamentablemente su mérito siguió sin reconocerse, y tras injustos vetos machistas, Maribel tuvo que ir a México para cumplir su sueño de matador de toros.

viernes, 25 de noviembre de 2016

Para qué vivir sin pasión.

Tal día como hoy, un 25 de noviembre de 1991, y al igual que hoy un día triste y gris, el matador de toros francés Christian Montcouquiol, conocido como Nimeño II, ponía fin a su vida ahorcándose en el garaje de su casa. Su suicidio conmovió a toda la afición, sobre todo a la francesa, quedando Nimes de amargo luto.
La muerte en la arena es algo que tienen presente todos aquellos valientes cuando se ponen el traje de luces, es la eterna compañera, a la que respetan y saben que está ahí. En una sola tarde se puede cumplir un sueño o romperse para siempre, como se le rompió a "Nimeño II" aquella fatídica tarde de septiembre dos años antes en la histórica plaza de Arles. Se le borró la eterna sonrisa al hermano pequeño de Alain "Nimeño I", cuando el astado "Pañolero" se cruzó en su destino. El toro perteneciente a la ganadería Miura, leyenda negra, acabó con la carrera taurina del diestro francés cuando le dio una voltereta tremenda y lo levantó como a un frágil muñeco. "Pañolero" tenía una cornamenta playera, la jamás vista en un ruedo francés, más de un metro de pitón a pitón.
Nimeño II se había convertido en la máxima figura y en el icono galo de la Tauromaquia. Había levantado la afición francesa, pues "Nimeño II" representaba la mitología del sacrificio taurino.
El Miura dejó al diestro postrado en una cama durante varios días a los cuales le costó sobrevivir; por su casta de torero recuperó una movilidad que se daba por imposible y prácticamente consiguió hacer una vida normal, pero no pudo afrontar su nuevo destino, un destino fuera de los ruedos, pues su brazo izquierdo no le permitía sostener los trastos.
Este mítico torero deseó morir en la Plaza de Arles, antes que verse incapacitado para torear, la vida sin la pasión de torear, no era vida para "Nimeño II".


miércoles, 16 de noviembre de 2016

La vida por la Legión.

Tal día como hoy, un 16 de noviembre de 1924, se celebraba en Melilla una corrida de toros en beneficio del Tercio de la Legión. En el cartel se presentaron el rejoneador Antonio Cañero, y un mano a mano entre los toreros sevillanos Ignacio Sánchez Mejías y Manuel García "Maera", con toros cedidos por las ganaderías de Cobaleda, Duque de Tovar, Pérez Tabernero, Hernández, Moreno Santamaría y Rufino Santamaría.
El festejo taurino de aquella tarde se convirtió en todo un acto militar, pues se rindió homenaje a todos los legionarios heridos en servicio que fueron trasladados, para la ocasión, en camiones desde distintos hospitales a la plaza de toros, por lo que en los tendidos había más de doscientos militares para presenciar la corrida. Antes de que diera comienzo el paseíllo, avionetas militares sobrevolaron por la plaza haciendo todo tipo de piruetas y  el coso que había sido decorado para el espectáculo con tapices bordados con el símbolo de la Legión en todos sus balconcillos estaba de un lleno absoluto.
El rejoneador mató los dos primeros astados siendo ovacionado por el coso melillense. Igancio Sánchez Mejías cortó la oreja al segundo de su lote, al que tumbó de una estocada contraria.
El protagonista de la tarde fue sin lugar a dudas Manuel García "Maera", no por su labor en la faena, porque prácticamente se igualó el duelo obteniendo el mismo trofeo que su rival Sánchez Mejías, sino por el vínculo que existía entre el diestro y el cuerpo militar, tampoco nadie se podía imaginar que aquel toro al que le cortó una oreja en este acto benéfico para la Legión sería el último de su vida.
"Maera" estaba gravemente enfermo de tuberculosis, otras fuentes dicen que de gripe, cuando le pidieron que acudiera a esta corrida benéfica para recoger fondos para la Legión, los médicos le impidieron que fuese, pues su enfermedad estaba en un estado tan avanzado que su vida podía correr peligro si se exponía a tal esfuerzo físico. Pero este valiente sevillano no podía faltar a tal evento; desde el día de su alternativa, tres años antes en el Puerto de Santa María se sentía endeudado con la institución, porque a raíz del desastre de Annual, fueron aquella tarde los legionarios los que se saltaron al ruedo para sacarlo triunfalmente a hombros. Aunque posiblemente aquella tarde en el Puerto, no solo recibió la alternativa de manos del "Divino Calvo", según los enigmas del Destino también recibió su maldición, pues a los cuatro jóvenes toreros a los que Rafael "El Gallo" dio la alternativa el día de su debut, los cuatro perdieron la vida en plena juventud.
Y aquella tarde del 16 de noviembre, sin hacer caso a los consejos médicos, con una heroica imprudencia y con las pocas fuerzas que le quedaban a su cuerpo enfermo, Manuel García "Maera", se presentó en el coso melillense como el novio de la muerte, para cumplir su labor sin a nada tenerle temor.
Un mes después la muerte le abrió la Puerta Grande del Reino de los toreros. La Legión le agradeció a título póstumo aquella gran gesta, no en el campo de batalla sino en el ruedo, y le concedió la Medalla Militar.